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Los guardias de asalto bajo el liderazgo de Muñoz Grandes

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que practicó la Policía en distintos puntos de Madrid y a

aquellos otros que se hallaban circunstancialmente en los

locales clausurados se les ha puesto en libertad, sin que

recaiga sobre ellos sanción alguna».

30

Por lo expuesto, fueron puestos a disposición 86 detenidos, involu-

crados en acciones violentas, una vez que el Juez les tomó declaración,

ordenó su inmediato ingreso en la cárcel Modelo de Madrid.

Como consecuencia de la referida jornada, en algunas obras de la

capital, cuando el lunes siguiente los jornaleros habituales acudieron

a su trabajo después de haber secundado la huelga, se encontraron

muchos de ellos despedidos. Provocaron nuevamente la intervención

policial cuando, desoyendo a los empresarios, se incorporaron al tra-

bajo como si nada hubiera pasado. Como ocurrió en la calle Juan Bravo

número 81, donde Banco de Construcciones SAA tenía una obra, unos

30 jornaleros desoyeron su despido y tuvieron que intervenir los guar-

dias de la comisaría de distrito para que abandonaran el lugar. Tam-

bién se sabe que fueron despedidos en su totalidad los empleados de

la imprenta y los talleres de los periódicos

La Nación

e

Informaciones

.

Entre otra serie de medidas, fueron clausuradas tanto la Casa del

Pueblo, a la que se impuso una multa de 20 000 pesetas, como clau-

suradas y selladas las secretarías de las sociedades obreras. También

quedaron precintados los locales de las organizaciones obreras que

pertenecían a otras centrales sindicales. Poco después, ya de madru-

gada, se extendió la clausura a los centros obreros y socialistas de

Madrid, propagándose la medida a algunos pueblos de la provincia.

La prensa revolucionaria replicó todos estos acontecimientos, sobre

todo las intervenciones policiales y las decisiones del Gobierno, como

no podía ser de otra manera. Se pronunciaron en un tono muy ame-

nazador, ofensivo y literalmente insultante hacia los referidos. Así, el

semanario

Renovación

, como portavoz de las Juventudes Socialistas,

era el encargado de propagar las arengas extremistas para movilizar a

todos sus incondicionales:

«Los Guardias de Asalto, durante la huelga, se han dedi-

cado en las calles de Madrid a cazar hombres como se cazan

30

El Heraldo de Madrid

, día 10 de septiembre de 1934, p. 4.