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Los guardias de asalto bajo el liderazgo de Muñoz Grandes

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Al local acudieron con abundante armamento y munición. Para

preservar el lugar, en las zonas adyacentes dispusieron una serie de

rondas, por parejas, así como personal vigilando desde viviendas cer-

canas, todo ello

organizado por escuadras

, para conseguir una mejor

protección de los conjurados.

La Dirección General de Seguridad se encontraba al tanto de todas

estas conspiraciones, por lo que estaban desplegados por la ciudad los

guardias de asalto, con armas largas y dando protección a los centros

neurálgicos. Guardia Civil y el resto del cuerpo de Seguridad, así como

el de Vigilancia, también estaban en alerta. Estos últimos, apoyados

por los de Asalto, cacheaban a los pocos transeúntes de la tarde-noche.

La ciudad estaba prácticamente tomada por las Fuerzas y Cuerpos de

Seguridad.

Se dispuso que a Prosperidad acudiera un camión con guardias de

asalto al mando de un capitán, estos fueron recibidos a tiros. Saltan-

do del camión con premura, los guardias repelieron la agresión con

sus armas, tuvieron que solicitar refuerzos, llegando dos camionetas

más de Guardias de Asalto, entablándose un tiroteo que duró más de

media hora, tras el cual se consiguió dominar a los revolucionarios.

Como triste resultado, la muerte del guardia de seguridad Tomás Cas-

cos Alonso y uno de los paisanos que se encontraba en el Círculo, Ángel

San Juan. Tres Guardias más resultaron heridos, uno de ellos de gra-

vedad. Otro de los rebeldes sufrió lesiones que curaron en seis días, se

trató de Benjamín Robledo. En el sumario no se pudo precisar quiénes

hicieron los disparos que ocasionaron las heridas reseñadas, por lo que

no se enjuició a nadie por ello. Una ocasión más, en la que un policía

da su vida por el servicio a la comunidad.

Finalizado el tiroteo se procedió al registro del mencionado centro

en el que apareció un verdadero arsenal, compuesto por: 4 rifles ame-

tralladoras, 11 pistolas ametralladoras «Royal», con culatín; un hacha,

un cuchillo, 168 peines de máuser, del calibre 7,63; 23 cargadores de

fusil ametralladora, de 40 cápsulas cada uno; ocho cajas de balas del

calibre 9, para pistola «Parabellum»; un peine de fusil máuser, un car-

gador de pistola, cuatro cápsulas para revólver de reglamento, 718 cáp-

sulas del calibre nueve largo, una cartuchera de cuero, con correaje y

con 178 cápsulas del mismo calibre, y 26 bombas cilíndricas. También

se localizaron gran cantidad de armas y municiones en un vehículo