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Los guardias de asalto bajo el liderazgo de Muñoz Grandes

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mayor o menor medida. Durante este periodo, las principales preocu-

paciones fueron el mantener el orden público, los servicios de trans-

porte y municipales, así como el abastecimiento de la población.

Estaba planificado que, al caer la noche, debían producirse levan-

tamientos por toda la ciudad, muy programados y que tenían la inten-

ción de ser claves en el devenir de los acontecimientos en toda España.

En ellos aparecen los nombres de dos figuras que posteriormente ten-

drán una importante notoriedad en la historia. Se trataba de Fernando

Condés Romero, José del Castillo y Sáez de Tejada.

Varios fueron los militares que, junto a los anteriormente mencio-

nados, apoyaban y se involucraron en este levantamiento subversivo.

El altercado de Prosperidad era el detonante para asaltar el cuartel

que los de Asalto tenían en la calle López de Hoyos, a unos minutos

caminando. Al ser reducidos los insurrectos, ya no pudieron realizar el

plan establecido, por lo que el capitán Condés, desistió asimismo de su

cometido, que era el de disfrazar de Guardias Civiles a 40 hombres, en

dos casas de las calles Bravo Murillo y Palencia, para que se hicieran,

por la fuerza, con el Parque Móvil de la Guardia Civil, que era el lugar

en el que estaba destinado. Desapareció durante unos cuantos días,

entregándose posteriormente en el Juzgado militar.

Por su parte, José del Castillo, como teniente del Regimiento de In-

fantería número 6, acuartelado en el cuartel de la Moncloa, parece ser

que se había comprometido a facilitar la entrada de los revolucionarios

al cuartel, cuando este fuera asaltado; extremo que no pudo ser pro-

bado fehacientemente. Con fuego de ametralladora, escondidos entre

la frondosa vegetación cercana, comenzaron los insurgentes el asalto

al cuartel, siendo repelido desde el interior, utilizando un potente re-

flector para localizar a los agresores y poder reducirlos.

Tanto Condés como Castillo fueron juzgados, junto con bastantes

militares más con desigual ventura. Condés fue condenado en una pri-

sión militar y se le expulsó de la Guardia Civil, pero en febrero de 1936

se pudo acoger a la amnistía que decretó el Frente Popular, siendo

restituido en la Guardia Civil, y ascendido a capitán, como le hubiera

correspondido durante su periodo de cautiverio. Por su parte, Castillo

fue uno de los pocos absueltos por falta de pruebas, pasó a formar

parte de la Guardia de Asalto el 12 de marzo de 1936.