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CIENCIA

POLICIAL

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También se pudieron neutralizar, estos con intervención de los mi-

litares o de la Guardia Civil, los asaltos al Centro Electrotécnico del

Ejército, situado en la ronda Conde Duque, el cuartel de la Montaña,

y la Escuela Central Automovilística.

A pesar de no obtener los resultados pretendidos en un primer

momento y verse enseguida abocados a meras escaramuzas, no se

dio la orden de terminar con la sublevación en Madrid, por lo que

siguieron produciéndose ataques contra edificios y cuarteles, tanto

militares como policiales, por parte de las milicias armadas revolu-

cionarias.

La mañana del día 5 de octubre despertó una ciudad vacía de per-

sonas y muy atemorizada, los medios de transporte estaban parali-

zados y el pan, alimento básico, se garantizó gracias a la producción

de la intendencia militar, quien lo repartió a las panaderías mientras

la revolución continuaba.

Las fuerzas de Seguridad y Asalto vigilaban intensamente las ca-

lles, tanto en vehículos motorizados como a caballo o a pie. Su pre-

sencia estaba destinada a proteger los registros y controles que lle-

vaban a cabo los miembros del cuerpo de Investigación y Vigilancia.

Estos últimos detenían a individuos por posesión ilegal de armas, ya

que la organización detrás de la revuelta había distribuido armamen-

to de manera significativa.

El jefe de los de Asalto se preocupó singularmente de dedicarle

especial atención a la toma de las terrazas y tejados, que servían para

tener un mejor control, posicionar potentes proyectores, como el de

Telefónica o en la zona de Puerta del Sol, donde los de Asalto colo-

caron ametralladoras, que tuvieron que utilizar en varias ocasiones

esos días. Estos dispositivos eran realizados por la Guardia Civil en

el extrarradio de Madrid.

Se generalizaron los incidentes en la ciudad. Se levantaban ba-

rricadas –utilizando los adoquines– desde las que hacer frente a la

Fuerza Pública. Se retiraban los rieles de los tranvías para dejarlos

inservibles. También se arrojaban piedras a autobuses y tranvías, es-

pecialmente a aquellos que no estaban custodiados por guardias. Esto

resultaba en ocasiones en heridas a varios soldados, que solían ser