Los guardias de asalto bajo el liderazgo de Muñoz Grandes
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tición era el aumento de jornal en un 50 % para todos los turnos, ya
que, en meses anteriores, el jurado mixto había resuelto que se aten-
dieran en parte sus peticiones, otorgando la subida del 50 % al turno
de noche y el 25 % a los dos restantes. En esas obras trabajaban, en
tres turnos, unos 300 obreros. Además de la huelga, se refugiaron en
los sótanos del edificio cerca de 200, negándose a abandonarlo. Por
si fuera poco, a la escalera que utilizaron para bajar, le cortaron unos
cuantos peldaños, dejando una altura desde el último hasta el suelo,
de unos seis metros, lo que hacía imposible que nadie bajara hasta ese
lugar. Se procedió a montar un servicio de vigilancia para impedir
que
se formasen grupos
y que les pudieran suministrar víveres, evitando
que se les unieran los obreros del turno de noche –en el interior se
encontraban los obreros de los turnos de mañana y tarde–.
Los familiares de los huelguistas intentaron manifestarse frente al
Ministerio de Gobernación, siendo disueltos por los de Asalto, sin inci-
dentes. A la vez, se mantenían encuentros con representantes autori-
zados y delegados sindicales, a los que los encerrados permitían bajar,
para solucionar el conflicto.
Sobre las cuatro de la mañana del domingo 23, el teniente coronel
Muñoz Grandes acudió al lugar para hacerse cargo de la situación y
con órdenes de sacar a los encerrados utilizando gases lacrimógenos si
fuera necesario. Se entrevistó con ellos, pidiéndoles que abandonaran
su actitud y prometiéndoles que no se tomaría contra ellos ninguna
medida que pudiera perjudicarles; después del tiempo que se les ha-
bía otorgado para decidir, estos continuaron con su clara intención
de no abandonar ni la huelga, ni las galerías, por lo que se procedió a
la utilización de los gases para hacerles salir, cosa que se consiguió.
No todos pudieron salir, algunos quedaron dentro desvanecidos por
los efectos de los gases, con lo que varios guardias de asalto bajaron
junto a alguno de los obreros para que les indicaran donde estaban sus
compañeros y poder auxiliarles con las caretas antigás que portaban.
«A las seis menos veinticinco, y por guardias de asalto, fueron sacados
de los pozos cinco obreros más desvanecidos. En la misma rotonda del
Banco los guardias procedieron a hacerles la respiración artificial»
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Los de Asalto, entre otras enseñanzas recibían las de practicar los
primeros auxilios en caso de necesidad. Existía en los servicios médi-
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Luz del día
, 23 de julio de 1934, p. 7.