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Aporofobia: la discriminación discriminada

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perfil de las víctimas: El 1% de los hechos delictivos que se denuncian

por delitos de odio, serían agresiones relacionadas con la aporofobia.

Este dato, aunque es incluido por el Ministerio de Interior dentro de

los delitos de odio, que es un gran avance para reconocer y afrontar

la aporofobia y darle el mismo tratamiento que a otras conductas dis-

criminatorias, no puede ser tenido muy en cuenta y hay que tratarlo

con cautela, debido al elevado número de agresiones a indigentes que

no se denuncian. Las víctimas de los delitos de aporofobia, suele ser

hombres, de nacionalidad española; la edad oscila entre los 26 y 40

años; la conducta delictiva que más sufren son tratos humillantes y

discriminatorios, lesiones y hurtos; el lugar habitual en el que se pro-

ducen estas agresiones, como no puede ser de otro modo, es la calle,

que es donde viven las víctimas; las agresiones se cometen en su gran

mayoría a altas horas de la madrugada; estos hechos delictivos gene-

ran en los sujetos pasivos que la sufren furia hacia las personas que

los agreden, pena, indefensión, miedo ante el temor a volver a sufrir

una experiencia de este tipo, falta de confianza hacia las institucio-

nes y sentimiento de culpabilidad.

Las víctimas de delitos de odio y, más en concreto, las víctimas de

aporofobia, padecen una mayor reacción emocional y son muy procli-

ves a revivir el suceso negativo. Tardan más en recuperarse y tienen

más probabilidad de sufrir depresión y aislamiento tras la agresión.

Son más vulnerables debido, entre otras cosas, a que no tienen un

lugar propio de protección donde refugiarse y tienen un nivel más

bajo de autoestima. Soportan una doble victimización, por un lado

por ser los sujetos pasivos del delito que han sufrido y, además, una

victimización indirecta ya que se les ha agredido por el mero hecho

de ser pobre, sin ningún otro motivo. Estas agresiones originan en

los otros sujetos o grupos que comparten la característica de pobreza,

indefensión, ya que piensan que pueden ser ellas las próximas vícti-

mas. El estar constantemente expuesto en la calle, el menoscabo de

la salud que suelen padecer, la falta de visibilidad o percepción de la

problemática de las personas sin hogar, así como los prejuicios que

surgen en torno a la criminalización de las personas pobres, son al-

gunas de las circunstancias o factores que generan el aumento de la

vulnerabilidad de estas víctimas. Los sufrimientos y consecuencias

psicológicas son más graves y profundas que el daño físico, sufren

más daño o padecimientos que la víctima de un delito ordinario.