CIENCIA
POLICIAL
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«Querido Rey Negro. Mucho te agradeceré que me trai-
gas este año un tren y una caja de soldados […], y un ca-
mión de guardias de asalto, y unos libros de cuentos [...] yo
te prometo ser muy bueno, no dar guerra a mis papás, sa-
berme siempre las lecciones y no pegar a mi hermanito»
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La utilización de las banderas como estratagema para el ataque,
tanto al Estado como a las fuerzas que los sustentan, ha resultado bas-
tante recurrente a lo largo de la historia de España, y en esta época no
iba a ser menos, por descontado, que quienes debían actuar entonces
eran los mismos que ahora, la Policía. El diario
Ahora
, del día 4 de
enero de 1935, recogía en su página 25 la intervención de los guardias
de asalto, que hacían servicio en Telefónica para retirar una bandera
bicolor de gran tamaño que ondeaba en uno de los balcones del edificio
de los antiguos almacenes de Madrid-París. Muchos curiosos se aglo-
meraron ante el edificio y avisaron a los guardias, quienes depositaron
la bandera en la Dirección General de Seguridad.
Los de Asalto también realizaban labores cotidianas de seguridad
ciudadana, como muestra la noticia en la que se da cuenta de la de-
tención de Ángel Bocalandro Fernández, de 63 años, con domicilio en
la calle de la Ventosa 14, por parte de dos guardias de asalto, a quien
le incautaron dos pistolas y un revólver, todos de modelos antiguos,
una caja de municiones, cinco cargadores de fusil y treinta proyectiles
sueltos. El detenido, en su defensa, adujo que había adquirido dichas
armas como material de desecho y que se proponía venderlo en calidad
de chatarra. El hecho tuvo lugar en el rastro, en la plaza de Antonio
Zozoya, actual plaza del General Vara de Rey. Hasta siete periódicos
publicaron esta notica, unos el día 2 y otros el 3 de febrero. La noticia
califica de «anciano» al detenido, está claro que los 63 años de enton-
ces no tienen nada que ver con los actuales.
En febrero, ante varias denuncias en las que se afirmaba que des-
pués de las diez de la noche en ciertos lugares de la calle Antonio
López se observaba la presencia de grupos de ocho o diez individuos
sin saber a ciencia cierta cuál era su cometido, y en previsión de que se
tratara de
maleantes
o
extremistas,
la Dirección General de Seguridad
estableció un servicio especial a cargo de los Guardias de Asalto.
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Ahora
, 3 de enero de 1935, p. 14.