Atención policial a los anuncios de voluntad suicida en Internet
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supone no sentirse solas y aisladas, ni autopercibirse como una carga
para los demás (International Association for Suicide Prevention, 2021).
Resultan especialmente inspiradores los testimonios, tanto de personas
que han pasado por el calvario de desear su propia muerte y que han
conseguido superarlo, como el relato de aquellos que con tiempo, apoyo
y dedicación han logrado sobreponerse a la pérdida de un ser querido.
Bajo el lema «Llama a la vida» (Sanidad, 2022a), en mayo de 2022,
el Ministerio de Sanidad español abrió la
Línea 024 de Atención a la
Conducta Suicida,
ofreciendo asistencia especializada, gratuita, confi-
dencial y permanente, tanto a las personas con ideaciones o volunta-
des suicidas, como a sus familiares y allegados. En su primer mes de
funcionamiento, atendió cerca de quince mil llamadas, derivó más de
650 a los servicios de emergencia (112) e identificó un total de 290
suicidios en curso (Sanidad, 2022).
Conocer los
factores de riesgo de la conducta suicida
supone una de
las principales medidas de prevención, ya que permite identificar e
interpretar de forma temprana las señales de alerta. Eso sí, teniendo
presente que la complejidad del fenómeno impide ser categórico y que,
por lo tanto, han de ser tratados como indicadores de probabilidad.
Siguiendo la
Guía de la Consejería de Sanidad y Salud de la Comunidad
de Madrid para la prevención de la conducta suicida
, dirigida a docentes
(Jiménez Pietropaolo, 2013) y la tesis
Clasificación de la conducta suici-
da estableciendo cuestionarios psicométricos,
elaborada por la doctora
Legido Gil (2012), se puede establecer el siguiente listado:
• Factores de riesgo personales: destacan los
intentos previos
,
cuyo riesgo aumenta cuanto mayor sea el número, menor lapso
temporal exista entre cada uno, si se incrementa la gravedad de
las lesiones y también si se logran mantener ocultos. Son segui-
dos por las
autolesiones
, entendidas como cortes poco profundos
o quemaduras en extremidades propias de adolescentes y jóvenes
que canalizan su sufrimiento interno a través del propio cuerpo,
al resultarles más soportable el dolor físico que el emocional
(Fleta Zaragozano, 2017). A los anteriores se suman los
aconte-
cimientos vitales estresantes
. En su tesis doctoral, Díaz de Neira
(2014) señala como más comunes los conflictos familiares, la fal-
ta de apoyo por parte de iguales, los problemas con la justicia y
la situación laboral, a los que se pueden añadir la desesperanza,
la pérdida de seres queridos y las rupturas sentimentales.